viernes, 29 de abril de 2011

OPINIÓN-LAS MACAS

LAS MARCAS Y LA ENSEÑANZA
Opinión: Las marcas parecen estar en todas partes, los fabricantes y los cazadores de los cool se han pasado la mejor parte de la década introduciendo las marcas en los colegios.
Muchas de las marcas más exitosas, incluso presentaban sus sedes empresariales como colegios.
En una década, las marcas han logrado eliminar  la frontera ente la publicidad y la educación. Durante la década de 1990: al mismo tiempo que los colegios afrontaban reducciones presupuestarias cada vez mayores, los costes de la educación moderna se incrementaban con rapidez.
Muchos profesores, las ventajas que ofrece la tecnología son dudosas, pero las empresas exigen graduados que conozcan la tecnología. No estoy de acuerdo que los profesores encuentren dudoso este tema, ya que en los tiempos que corren son mucho más eficaces y a la hora de la verdad nos resultaría muho más útil para realizar cualquier actividad a los alumnos mientras al mismo tiempo introducimos a estos en este mundo de las tecnologías.
El hecho de que haya cada vez más escuelas que acuden al sector privado para financiar sus adquisiciones de tecnología no significa que los gobiernos no cumplan con su obligación de dotar a las escuelas públicas con ordenadores.
Pero los consejos escolares privan de fondos a asignaturas como la música o la educación física para financiar lo tecnológico.
Con todos los proyectos de las marcas, no les basta poner logos en los colegios. Los directores de marca están haciendo lo mismo que con la música, los deportes , y el periodismo.
Las escuelas no recibían dinero, pero sí podían emplear el ansiado equipo audiovisual en otras lecciones y en algunos casos recibir ordenadores gratuitos. No me parece nada bien ya que no deben quitar dinero a otras asignaturas ya que pueden ser más importante o igual que el equipo audivisual, pienso que se pueden pensar en muchas más formas para financiar esos equipos que quitando dinero a otras lecciones.
Ejemplos: Fox logró que el menú en las cafeterías de 40 escuelas primarias de los EE.UU, incluyera platos bautizados con el nombre de los personajes de su película Anastasia. Me parece exagerado llegar a cambiar el nombre por promocionar otras cosas, las personas somos libres de elegir y parece que nos lo imponen.
Lo veo que es una forma de obligar a la gente a comprar determinados productos, muchos de ellos se dejan llevar por las marcas, pero cada uno debe ser libre a la hora de elegir.
En algunas facultades les entregan los diplomas en sobres llenos de cupones y folletos publicitarios.
Como se sabe bien en los deportes estudiantiles, lo normal es que los acuerdos otorguen a la empresa el derecho de estampar su logo en los uniformes, los équipos deportivos y en los soportes publicitarios que se muestran ante las cámaras que transmiten los partidos. Como los deportistas aficionados no pueden recibir dinero, son los entrenadores a quienes las empresas pagan para vestir a los jugadores con su logo, y las sumas son altas.
A medida que las instituciones educativas se rinden a la tendencia de las marcas, se va gestando un nuevo lenguaje.
Si hay algo que nos han enseñado los cazadores de los cool es que los grupos de niños no sólo son pequeños consumidores, también son representantes autorizados de su grupo de edades.
Por eso lograr el acceso a los colegios significa algo más que vender un producto.
Por esa razón, la red ZapMe! no se limita a vender espacios a sus clientes, sino también vigila a los alumnos.
Pienso que en la cantidad de ejemplos que se comentan, en la actualidad estamos bombardeados por muchas de estas marcas, que antiguamente estaba subsidiado por un sistema educativo que se paga con los impuestos de los contribuyentes.
Aunque todas las instituciones públicas sufre por la falta de fuente de ingresos, la mayoría de las esuelas y universidades trata de imponer límites.
En la historia más reciente, la mercantilización ya se había convertido en un elemento principal de la vida universitaria, incluso antes de que llegaran a ella las marcas. Cuando llegaron las marcas estrella a las universidades, trajerón consigo sus maquillajes, e introdujerón en las escuelas conceptos como el control de la imagen corporativa, la visibilidad del logo, y la feroz protección de los secretos comerciales. Esta colisión entre los dictados académicos y los dictados de las marcas suele ser incómoda.
Independientemente de las intenciones, la verdad es que a menudo se reprime la libre expresión en las universidades cuando se contrapone con los intereses de los patrocinadores.
Estos son ejemplos extremos que demuestran que los convenios de patrocinio con las empresas deforman algunos de los valores fundamentales de las universidades públicas, incluyendo la transparencia presupuestaria y el derecho a la libertad de debate a la protesta pacífica en las universidades.
Según un estudio de 1994 sobre las asociaciones de las empresas y la investigación en universidades de EE.UU; la mayoría de las ocasiones la interferencia de las corporaciones es discreta y no provoca protestas. Se descubrió que en el 35% de los contratos las empresas conservaban el derecho de impedir la publicación de los estudios, y el 53% dijeron que podía ser aplazada.
Hay otro factor cultural más profundo que ha ayudado a las marcas a entrar en los colegios, y que se relacionen con la propia eficacia de éstas.
Creemos que los alumnos tienen suficiente inteligencia para discernir entre los contenidos educativos y los materiales de marketig.
En especial las universidades con sus albergues, sus bibliotecas, sus espacios verdes y sus normas compartidas de expresión libre, desempeñan un papel casi simbólico: son el único espacio que queda donde los jóvenes pueden ver cómo se vive una auténtica vida pública. Cuando hemos defendido instituiones, en este momento las razones que existen contra la transformación de la educación en un ejercicio de extensión de las marcas es el mismo que vale para los parques naturales y las reservas naturales: que tales espacios casi sagrados nos recuerdan que los espacios sin marcas son todavía posibles.

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